Cuando la confianza nos traiciona (una noche sin electricidad)

La verdad que vivimos en un mundo en donde confiamos en muchas cosas. Son tantas las cosas en que confiamos que ya hasta perdimos la cuenta de cuántas son. Ya ni siquiera estamos conscientes de en que tanto es en lo que confiamos.

Algunas de las cosas que me vienen a la mente en las que confiamos pero ya ni tomamos en cuenta son:

  • Que la computadora del carro presione los frenos cuando nosotros le damos la orden por medio de presionar el pedal
  • Que nos podremos comunicar con quien queramos cuando queramos desde nuestro celular
  • Que podremos pagar con tan solo sacar un rectángulo de plástico de nuestras billeteras
  • Que todo lo que hacemos en línea realmente funciona y es real

Y es acá en dónde me quiero detener a contarles la historia de por qué hoy será para mi familia una noche sin electricidad.

Resulta ser que los últimos dos supuestos pagos que realicé en línea a través de mi banco (que por guardar su privacidad permanecerá anónimo) nunca se hicieron efectivos. Resulta ser que nunca se me debitaron y la empresa eléctrica tampoco los recibió. Confié en que al tener el comprobante desplegado en mí pantalla el pago había sido realizado. Me equivoqué.

Así que hace una cuantas horas me cortaron la electricidad por falta de pago. Ni modo. Ya realicé todas las gestiones, incluso el pago del “fee” de reconexión. Ahora me queda tan solo esperar alrededor de 24 horas para que el bloqueo de la electricidad se retire. ¿Por qué hasta 24 horas se preguntan? Porque aunque usted no lo crea, el bloqueo, hoy, en pleno 2022, es físico y alguien debe venir a quitar un marchamo.

Así es que hoy va a ser una noche diferente y vamos a pasarla bien. Ya veremos qué se nos ocurre hacer. A lo mejor hasta le prendemos fuego a algo y hacemos una fogata o algo.

En fin, la moraleja de la historia es que hay que tener cuidado en qué confiamos. Cierto, no se puede vivir sin confiar. Sería demasiado caro operar sin confianza en este mundo tan complejo. Pero como bien lo dice un viejo proverbio ruso: confía pero siempre verifica.