Hay cosas que consideramos más probables que otras. También hay ciertas cosas que ni siquiera consideramos como posibles. En realidad todo el tiempo estamos operando con un muy limitado abanico de cosas que consideramos posibles.
Así es que en base a lo que consideramos probable podemos clasificar los eventos que ocurren en tres distintas categorías:
- Probabales
- Poco probables
- Imposibles de ocurrir
Cuando una persona experimenta un evento su reacción al mismo será inversamente proporcional a la probabilidad que le había asignado de ocurrir. Es decir, si el evento era esperado, la reacción será leve. Si el evento se consideraba imposible de ocurrir (probabilidad 0) la reacción será extremadamente fuerte.
Esta es la razón por la que tantos sabios, en todas las diversas tradiciones espirituales, nos recomiendan de una manera u otra estar preparados para cualquier cosa. Esta es la manera más efectiva de evitar las reacciones erráticas que nos hacen perder la cabeza.
Lo que todas estas personas nos han tratado de decir durante milenios es que debemos abrir la mente a que cualquier cosa es posible. Mientras nos aferremos a que solo lo que consideramos posible puede suceder estaremos susceptibles a sobre reaccionar a las sorpresas que el destino nos tiene preparadas. La mejor manera de mantener la calma es estar preparados para cualquier cosa, incluso para aquello que consideramos imposible.