El tiempo es especialista en llevarse una gran cantidad de cosas. Una vez que se lleva algo, por nada lo devuelve. Lo que esto quiere decir es que cuando una oportunidad no se aprovecha, se pierde para siempre.
Esto puede sonar dramático, definitivo —y usualmente lo es. Sin embargo, hay algo que ni el tiempo ni nada más se puede llevar. Me refiero a la oportunidad de volver a empezar. Una oportunidad puede irse tan rápido como llegó pero la oportunidad de volverlo a intentar siempre seguirá estando ahí. Lo que quiero decir es que ni el tiempo ni las circunstancias son lo que nos impiden volverlo a intentar. Lo que nos está deteniendo es nuestro propio miedo de volver a fracasar.