Messi, Cristiano, Jeter, Báez, Lebron, Jordan. Cada uno de ellos, en su respectivo deporte, es un jugador de alto impacto que puede alterar el resultado de un juego en cualquier momento.
Ellos son ejemplos vivientes de lo mucho que una sola persona puede mejorar los resultados de un equipo. Su presencia, en adición a las contribuciones que hacen en el terreno de juego, trae algo casi mágico e intangible al equipo para el que juegan —hacen mejores a sus compañeros de equipo.
Este tipo de jugadores estrella no solo existen en los equipos deportivos profesionales, también existen en algunas de las empresas y emprendimientos en los muchos de nosotros estamos trabajando. Estas son personas que son mucho más productivas que sus compañeros de trabajo y que a la vez aportan un set de habilidades únicas que le dan una ventaja competitiva a la empresa. El solo hecho de que estén alrededor del equipo hace que todo marche exponencialmente mejor en todas las áreas de la empresa.
Ya sea en los deportes o en la empresa este tipo de persona es muy difícil de encontrar. Es por esta escasez y valor desproporcionado que se obtiene al tenerlos en el equipo que una vez que se encuentra un jugador de alto impacto no se debe escatimar en contratarlo. Estas estrellas fugases valen cada centavo que sus equipos y empresas les deciden pagar.