Hay muchas cosa fantásticas en los libros que leemos y en los consejos que recibimos. Estas palabras nos hacen sentido. Las entendemos y las aceptamos como verdaderas. Sin embargo, a menudo toda esta teoría se reduce a un volcán de ceniza cuando la tratamos aplicar.
Tan solo pensemos por un momento. ¿Cómo serían nuestras vidas si pusiéramos en práctica un 50% de lo que hemos “aprendido” en teoría? No sé cual sea su respuesta pero yo creo que yo tendría la vida de mis sueños.
Es extraño, aún cuando entendemos a nivel racional que algo nos puede dar todo lo que siempre hemos querido, en la práctica no lo podemos hacer. Es como que si en algún lugar recóndito de nuestro ser dudáramos. A pesar de entender la teoría dudamos. Muchas veces tenemos que ver para creer.
Estaba pensando en esto porque llevo años estudiando esta idea de que nosotros podemos escoger nuestras respuestas emocionales. Que la felicidad es una decisión y que nuestro estado emocional está 100% dentro de nuestro control. He dedicado muchas horas a contemplar esta idea y a hacer un sin fin de prácticas para tratar ponerlo en práctica. Hace un momento algo maravilloso pasó, repentinamente la teoría se convirtió en algo real.
Mi experiencia fue como ver una película en cámara lenta. Hace unos minutos estaba devolviendo el carro que había alquilado. En el momento que lo entregué el personal que lo recibió encontró unos daños a la parte de abajo del “bumper”. Yo no recuerdo haber dañado el carro. Tampoco revisé el carro al recibirlo. Para hacer corta la historia, tuve que pagar un deducible de seguro por un monto de $250.00 por el daño que no sé con certeza que yo ocasioné. Esto fue suficiente para que mi mente se pusiera en modo “empecemos a sufrir a toda máquina.”
Y ahí fue donde la magia sucedió. Una serie de pensamientos entraron automáticamente en mi cabeza. Los escuché tan claramente que resonaron en lo más profundo de mi ser, “¿De verdad vas a dejar que esto arruine tu día? ¿Por qué estás condicionando tu felicidad a que todo salga como quieres? ¿Por qué no quisieras estar feliz a pesar de que esto pasó?
Y de alguna manera inmediatamente todo volvió a estar bien. El enojo y la frustración se derritieron en un mar de tranquilidad. La felicidad se apoderó de cada fibra de mi cuerpo.
Sin nada más que hacer la teoría se puso en práctica y tal y como los sabios me lo habían prometido pude ser verdaderamente feliz ante una situación objetivamente negativa.