Si de algo podemos estar seguros es que tendremos retos que afrontar. No hay duda alguna de esto. La manera en que escojamos afrontar estos retos que inevitablemente tendremos que afrontar influye grandemente la calidad de vida que tendremos.
Básicamente hay dos marcos de referencia a travez de los cuales podemos experimentar un reto. Los podemos ver como algo que AMENAZA nuestras capacidades naturales o como una oportunidad de DESARROLLAR las capacidades que actualmente tenemos.
Las personas que ven los retos como amenazas a sus capacidades naturales huyen de ellos. No les gusta ponerse a prueba y se limitan a tener “éxito” dentro de su zona confort. Les cuesta mucho empujarse hacia el siguiente nivel. Cuando experimentan fracasos culpan a los demás y en lo último que piensan es en cómo crecer sus habilidades para sobrellevar el reto que los esté deteniendo en ese momento. Su crecimiento está limitado por las habilidades que tengan (que pueden ser muy grandes) pero en el momento que estás habilidades se ponen a prueba, fin del juego.
Por el otro lado, las personas que ven los retos como oportunidades de crecimiento para sus capacidades las buscan con un hambre insaciable. Estas personas quieren ser más y saben que cada reto y fracaso que tengan enfrente es una herramienta que pueden utilizar para crecer sus capacidades. Cuando estas personas experimentan un fracaso su reacción inicial es tratar de entender qué les hizo falta a ellos que fue lo que causó el error. Luego de entender su falla se dan a la tarea de trabajar incansablemente en desarrollar sus capacidades hasta poder sobrellevar el obstáculo.
Así que, los retos pueden ser una amenaza o una oportunidad. El mismo reto nos puede poner a temblar de miedo o de emoción. Todo depende del marco de referencia o lente con el que decidamos ver la situación. Personalmente creo que ver oportunidades en lugar de amenazas es un mejor camino a seguir.