La diferencia entre nadar y ahogarse

Los movimientos que hace la persona que se está ahogando son muy similares a los que hace la que está nadando. Ambas tratan de “jalar” el agua con sus extremidades. Las diferencias son imperceptibles.

A simple vista es muy difícil determinar por qué los movimientos que hace la persona que se está ahogando no funcionan. Frenéticamente trata de desplazar el agua para mantenerse a flote y aún así, después de unos minutos, el esfuerzo habrá sido en vano y se ahogará.

Por el otro lado, la persona que nada, realizando movimientos que son muy similares, fluidamente se desplaza por el agua. El esfuerzo es mínimo, la ansiedad prácticamente no existe y el resultado es la vida.

Esta es una analogía perfecta para lo que la meditación puede hacer en la vida de una persona. Las actividades diarias y las presiones siguen siendo las mismas. Los “movimientos” que se hacen día a día no cambian en nada. Es muy difícil distinguir las acciones de una persona que medita de aquellas de alguien que no.

Pero su experiencia interna es radicalmente diferente. Tan diferente como la diferencia entre la persona que nada y la que se ahoga.

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