Hoy tuve la oportunidad de donar sangre. Siempre que uno está en esas vueltas es porque hay algún problema de salud serio. Los problemas serios de salud siempre deambulan en la vecindad de la muerte. Y eso me puso a pensar.
Durante el tiempo que estuve hoy en el banco de sangre vi todo tipo de personas donando algo mu preciado, su misma sangre. Sin importar condición social, género o creencias religiosas todos estábamos ahí por una misma razón: prolongar la vida de alguien más.
Un alto porcentaje de las donaciones que pude identificar venían de personas conocidas del “paciente”. Pero esto no necesariamente tiene que ser así. Todo lo que se necesita es que la sangre sea compatible. Todas las diferencias a las que tanta atención le prestamos todos los días desaparecen cuando la muerte está a la vuelta de la esquina esperando asechar.
Creo que esto es así porque todos sabemos que tarde o temprano el momento de morir nos llegará y no hay nada que podamos hacer al respecto. Es algo que todos compartimos y cuando por una situación como donar sangre lo recordamos nos sentimos más cerca los unos de los otros. Sin duda alguna, la muerte nos une.