La batería humana

Al igual que los electrónicos que hoy se han apoderado de buena parte de nuestra vida, nosotros también necesitamos recargar. La vida ocurre y nosotros inevitablemente nos involucramos en los sucesos que ocurren a nuestro alrededor. Este proceso natural nos cansa y en ciertos momentos hasta nos llega a quemar.

A pesar de que la descarga es a veces dramática, rara vez nos damos cuenta de lo que realmente está ocurriendo. Podemos decir cosas como “hoy quiero dormir un poco más” o “esta fue una semana dura” pero no estamos conscientes del grado de recuperación que nuestros cuerpos nos están pidiendo.

La mejor manera de dar lo mejor de nosotros mismos es estar en un estado óptimo emocional, mental, y físico. La única manera de alcanzar este estado es a través del descanso y la recuperación.

Volviendo a la analogía de los electrónicos, por lo menos yo, siempre sé cuánta batería le queda a mi teléfono y a mi computadora. Hasta hace poco no era lo mismo con mi cuerpo y mente. No tenía ni idea de en qué estado estaban y que hacer para recargarlos.

Es extremadamente fácil confundir un desgaste emocional, mental o físico con no querer hacer cosas que usualmente nos gustan hacer, sentirnos abrumados o querer dormir más de lo normal. Cuando constantemente experimentamos este tipo de situaciones lo más posible es que necesitemos recargar.

Para mi recargar usualmente involucra estar solo. Soy una persona extremadamente social pero las interacciones sociales me cansan. Pasar tiempo a solas me repone mucho. Durante ese tiempo solo me gusta leer, ver televisión (documéntales o deportes) y simplemente estar tirado en una cama viendo al techo. Ahora también paso bastante tiempo meditando. Lo que sí ya he identificado es que es ese tiempo a solas lo que más me repone.

Así que, al igual que estamos pendientes de las baterías de nuestros electrónicos, es importante que también empecemos a cuidar la batería más importante que tenemos: nuestra batería humana.