Interpretación y verdad

Hoy pasé por una televisión en donde estaban dando una película de Harry Potter. La película tenía el audio y los subtítulos en español prendidos al mismo tiempo. Por si alguien no supiera, todo el material de la serie de Harry Potter se generó originalmente en inglés. ¡Qué problema!

No vi más de 3 minutos. Tampoco puedo recordar exactamente cuales fueron las palabras que confundieron mi cerebro. Lo que sí tengo muy presente es que las palabras que estaba escuchando no eran las mismas palabras que estaba leyendo. ¿Cuales son las palabras correctas? ¿Cuales debo tomar como “verdad”?

Si no hubieran estado prendidos los subtítulos, ni siquiera me lo hubiera cuestionado. En ese caso hubiera asumido —como lo hacemos con casi todo en nuestras vidas— que esa es la única y “verdadera” narración que existe. Pero al tener los subtítulos al mismo tiempo que el audio surge la duda.

Qué se acerca más a lo que JK. Rowling quiso decir, ¿los subtítulos o el doblaje? Quién será mejor traductor, ¿el que subtituló o el que dobló? ¿Que versión es mejor? Estás son todas preguntas sin respuestas. Todo es un juego de interpretación. Lo que sí queda muy claro es que ninguno de los dos pudo replicar de manera exacta lo que J.K. Rowling quiso decir en sus libros originales.

Este fenómeno no solo ocurre con la traducción de películas. Ocurre en la traducción y edición de libros. Ocurre cuando una persona le cuenta a otra lo que alguien más dijo. Ocurre cuando un publicista comunica lo que un político dijo. Ocurre cuando le contamos una historia a alguien. La comunicación no es perfecta y debemos tener mucho cuidado con lo que decidimos hacer con ella.

¿Qué hacer? La única salida sensata a este enredo es saber que no tenemos acceso directo a la verdad absoluta. Todo lo que vivimos es solo una interpretación personal de una realidad que es tan compleja que simplemente no podemos experimentar de manera directa. En todo momento estamos corriendo nuestro proceso personal de interpretación.

Ahora, volviendo al tema de Harry Potter. Seguro que la persona que dobló la película vio exactamente la misma película que la que vio la persona que la subtituló. Lo único que pasó es que cada una de ellas interpretó de manera distinta lo que vio y esa interpretación quedó plasmada en el doblaje y en los subtítulos respectivamente.

Millones de personas han visto la versión doblada y millones de personas han visto la versión subtitulada —cada una siendo una película totalmente distinta. Cada persona que ha visto la película, sea cual sea la versión que haya visto, la ha interpretado de manera única e irrepetible. Es complejo. Muy complejo.

Y aún así nos esmeramos en pelear a la muerte por defender algo que leímos en Internet o algo que creemos que es cierto por qué alguien más nos dijo que es verdad.

Cuidado, todo es una interpretación.

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