Hoy fue un día lleno de recuerdos. Estuve trabajando una buena cantidad de horas en Catharsis, un disco que fue grabado hace 21 años —en junio de 1,999 para ser exactos.
Estoy preparando el disco para ser liberado en todas las plataformas de streaming digital que hoy existen. Una parte elemental del proceso fue escuchar en detalle todas las canciones. Me volví a encontrar con canciones que no había escuchado en más de 15 años. Esto es demasiado tiempo. Mas considerando que esas canciones las compuse y grabé junto a dos de las personas más importantes en mi vida.
No hay palabras que puedan describir la capacidad que tiene la música de transportar los sentidos a otro tiempo y lugar. Así que hoy gracias la música me puse a recordar.
Dediqué una buena parte de la tarde a recordar amigos, lugares y una etapa de mi vida que fue muy especial. Mientras más rienda suelta le daba a la memoria, los recuerdos cada vez más parecían pertenecer a una vida anterior. Casi como que si no hubiera sido yo el que los vivió.
Pero si fui yo el que estuvo ahí. De eso no hay duda. Lo que sucede es que con el paso del tiempo cambiamos. Nuestras vidas y entorno cambian. Algunos nos casamos, tenemos familia y nos sumergimos en el trabajo. Con el paso de los años nos vamos distanciando cada vez más de la persona que una vez fuimos. Al punto que —si llega a pasar suficiente tiempo— podemos llegar a creer que la persona que protagoniza nuestros recuerdos fue otra.
Pero debemos recordar de dónde venimos y sentirnos orgullosos de las personas que fuimos. Es parte de quienes somos hoy. Cada uno de esos momentos nos dio forma y nos marcó para siempre. Al menos, así siento que fue para mí.
Aún en este momento que estoy escribiendo esto sigo recordando a estos dos amigos con los que tuve la fortuna de compartir una adolescencia llena de música, sueños y descubrimiento interior. Ellos me enseñaron vivir.
Y si, como lo viví hoy, recordar puede llegar a doler. Pero el dolor no necesariamente es malo. El dolor es una señal de que algo nos importa. Y vaya que aquellos dos amigos son una importante parte de mi vida. Es irrelevante que uno de ellos ya no esté acá. Aún me sigue importando.
Y eso es lo maravilloso de recordar: Qué puedes estar cerca de alguien que ya no esté acá.