Hay una fuerza más poderosa que un millón de bombas atómicas detonadas al unísono. Es la misma fuerza que durante millones de años le ha estado dando forma al planeta tierra. Es el motor de todo; la razón de ser de todas las maravillas que hay a nuestro alrededor.
Esta fuerza es la motivación. Ese fuego interno que sentimos cuando estamos inspirados y que despierta el infinito poder del alma. No he visto nada más poderoso que un ser humano motivado.
La motivación nace de el deseo de materializar una visión interna que aún no existe en el mundo externo. La cristalización de esta visión es la chispa que enciende la hoguera. Si la visión es clara, la motivación será grande. Si la visión es difusa, habrá poca motivación.
Para que una visión se pueda cristalizar es necesario tener un punto de referencia, un norte hacia el cual apuntar. Este norte viene necesariamente de las experiencias e interacciones que una persona pueda tener. Por ejemplo, resulta imposible pedirle a alguien que ha vivido toda su vida aislado en el amazonas que desarrolle una motivación para ser broker en Wall Street o jugador de futbol del Real Madrid.
Es por esta razón que tener a alguien a quien admirar es tan importante. La admiración hacia una persona —sin importar que sea real o ficticia— nos da una conexión muy especial con alguien que “quisiéramos ser” o algo que “quisiéramos poder lograr”.
Todos podemos recordar ese héroe de nuestra niñez que nos motivó a hacer algo que no creíamos que era posible lograr. Yo recuerdo a Ryne Sandberg —segunda base de los Cachorros de Chicago— quien sin el saberlo, me cargó en sus hombros hasta llevarme a jugar en la pre-selección de Baseball de mi país.
Hoy en mi vida adulta sigo encontrando motivación en las personas que admiro. Encuentro mucha fuerza en emprendedores como Ben Horowitz y Steve Jobs. En términos de paz y serenidad me refugio en personas como Michael Singer y Anthony de Mello. La paciencia y gentileza que quisiera tener la modelo en la persona de mi esposa Elena.
Tener alguien a quien admirar —lo conozcas o no— es una fuente de motivación inagotable. Mira a tu alrededor y busca. Encuentra esas personas que despiertan lo mejor en ti y pasa tiempo con ellas. La admiración es tu pasaporte directo a una vida llena de motivación.