Hoy que es viernes puedo recordar vivamente la alegría que como familia compartíamos cada fin de semana cuando se acercaba el día de juego. Extraño tanto esa pregunta llena de anticipación: ¿papa, podes ver cuántos confirmaron ya en el chat para mañana? ¿ya somos 9?
Hoy es difícil no poder ver los ojos de mi hijo brillar con ilusión al decirle que ya cuenta con al menos otros 8 compañeros de Playball para poderse “completar”. Seguro, algunas veces se suman un poco menos de 9 niños pero lo importante siempre es tener el mínimo para poder jugar.
¿Y mañana sábado? Mañana no empezaremos el día muy temprano revisando que tengamos listas todas las cosas que queremos llevar: batera, guante, guanteletas, bates, gorra, hielo, ¿camisa verde o camisa blanca?, las cosas de catcher, botiquín, la cámara, etc.
Tampoco nos estaremos preguntando, ¿quién se acuerda si es en Campo de Marte o en Vista Hermosa? Y tampoco saldremos corriendo sí creíamos que era en Vista Hermosa y resulta ser que el juego es en Campo de Marte — allá el parqueo está un poco más lejos del campo y nos lleva un poco más de tiempo llegar.
Mañana no nos darán los buenos días ni las bases ni el montículo. Mañana el “dugout” permanecerá vacío y mañana no escucharemos a los niños reír en el campo que los está viendo crecer.
Mañana extrañaremos ver a nuestros niños haciendo lo que más les gusta hacer, jugar beisbol.