Lo que se hace y lo que no se hace

Tantas veces escucho que las personas fracasan por lo que no hacen que ya casi me lo empiezo a creer. Sin embargo, la reflexión al respecto ha llegado un poco más allá y la experiencia tampoco puede ser ignorada.

Estoy convencido que la mayoría de fracasos se deben a hacer algo no debido. Acaso, ¿para hacer algo nuevo no se debe dejar de hacer algo que ya se está haciendo? Creo que a esto le podemos llamar enfoque. ¿Por qué es tan difícil enfocar toda la energía en lo que se sabe que se debe hacer? ¿Por qué siempre estamos buscando “algo más”?

En la cultura actual la idea de no dejar pasar las oportunidades ha tomado un rumbo algo tergiversado y se interpreta como “haz lo que sea que te pueda dar algo de regreso sin importar descuidar lo que ya tienes ahora sin importar que este nuevo algo pasajero”. Esto se debe a que todo lo hacemos sin en realidad pensar para qué lo hacemos.

Esto se puede volver un ciclo muy nocivo que puede destruir a una persona. Me refiero al hecho de emprender cualquier actividad ya sea por costumbre, rutina, complacencia ajena o simple aceptación cultural. Esto no puede ser. Cada decisión de hacer algo nuevo que se tome se debe justificar con una meditación profunda que indique si la actividad o proyecto que se desea emprender estará acercando a la persona a su objetivo final (ser feliz?).

Para mi está muy claro. Debo estar muy consciente de que elijo hacer y que no hacer. No soy de las personas que no hacen. Este no es mi problema. Mi problema es que siempre quiero hacer demasiado.

Tan solo debo mejorar mi enfoque, meditar más a fondo y ejercitar una mayor disciplina para canalizar todo lo que soy directo a las actividades que en realidad están alineadas con lo que conscientemente se que quiero hacer.

Tu, ¿haces o no haces? ¿Cual es tú debilidad?